El pasado 31 de octubre fue un antes y un después para Donka Koleva, una mujer, de 65 años, de origen búlgaro que reside hace 20 años en España. Koleva se fue de Bulgaria en busca de trabajo con dos niños en sus brazos a los que quería dotar del mejor equipamiento posible con la garantía de que crezcan en una familia con un suficiente poder adquisitivo para poder afrontar sus respectivas infancias en condiciones.
Koleva ingresó en la citada fecha en el Hospital Casaverde de Valladolid, ubicado en el barrio de Los Santos-Pilarica. Sufrió un ictus a principios del mes de octubre y su familia tuvo que acudir a este centro hospitalario por su especialidad en situaciones y tratamientos de neurorrehabilitación. Antes del ictus, Koleva llevaba una vida normal en la capital vallisoletana. Se dedicaba a las tareas domésticas mientras cuidaba de sus perros, sus hijos, sus nietos y, en los próximos meses, también de sus bisnietos.
Como no hay una razón en concreto detrás de este episodio, Koleva pudo sufrirlo por diversas razones que detallan sus ‘compañeras’ de batalla. Sofía Merinero, terapeuta ocupacional, Estíbaliz González, neuropsicóloga, y Carla Castrodeza, fisioterapeuta, junto a otras auxiliares del Hospital Casaverde, han vivido de cerca la evolución de Donka, que llegó al centro hospitalario sin conocer el idioma y de urgencia porque sus seres queridos desconocían lo que le estaba pasando. «El caso de Donka fue un poco complicado. Donka entró hablándonos en búlgaro. Nosotras intentamos que utilizara el castellano porque es el idioma en el que están escritas y analizadas nuestras metodologías. Nos adaptábamos con la herramienta de Google translate para poder comunicarnos», comenta González en declaraciones a TRIBUNA, medio que el Hospital Casaverde abrió sus puertas.
«Recopilamos información sobre su país y, de esa forma, supimos qué hacía aquí y cómo vino a España. Tampoco sabíamos si podía andar o no y, al principio, cuando nos levantábamos, ambas nos íbamos al suelo. A veces cuando sufres un ictus no sabes si has perdido movilidad. No conseguíamos dormir… En el momento en el que Donka ya logró descansar, la situación mejoró mucho. Fue un antes y un después», añade. Aun así, la neuropsicóloga cree que el «estilo de vida» ha podido desencadenar el estado actual de la paciente: «El estilo de vida influye mucho si llevamos un consumo de tabaquismo, enolismo o una dieta que no sea muy equilibrada. Estos tres factores pueden aumentar las posibilidades de sufrir un episodio como este».
Merinero, por su parte, recuerda cómo Donka pasó sus primeros días en el Hospital Casaverde. La terapeuta ocupacional reconoce que tuvieron que poner una cama a «una altura mínima» y un «colchón en el suelo» por si Donka se caía, ya que se solía levantar sin previo aviso por las noches. «Eran momentos de frustración para ella porque no estaba en su casa. Estaba con gente que apenas conocía…», explica. De hecho, no conseguía dormir porque, inmersa en su recuperación, todavía no era consciente de las funcionalidades cotidianas que ya había perdido. Cuando logró «descansar», su situación mejoró por completo.
En todo este tiempo en el Hospital, Donka ya ha podido ver a sus hijos y nietos, que la visitan, y ha ido a casa en año nuevo. «Es una alegría volver a verlos», asegura. El centro ofrece una avanzada recuperación de tres meses con la opción de uno más por si la paciente aún no ha mejorado del todo. Concretamente, por esto último, Donka estará 30 días más en el Hospital porque han visto que la queda «margen de mejora». El objetivo es que «se vaya a su casa en las mejores condiciones posibles». Para ello, las especialistas trabajan con Donka «su movilidad y los aspectos cognitivos de una vida normal». «Queremos que se vista ella sola, que se duche… Es decir, que vuelva a tener la calidad de vida que tenía antes», apunta.
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