Maricarmen, paciente de Centro Casaverde Ambulatorio de Murcia, sufrió un ictus cerebral mientras daba un paseo por Cartagena. “Fue un segundo, no me acuerdo de nada”, recuerda. A partir de ese momento, su vida cambió por completo, pero su determinación y esfuerzo la han llevado a conseguir grandes logros en su proceso de rehabilitación.
Antes de iniciar la rehabilitación, Maricarmen necesitaba una silla de ruedas para desplazarse. Su habla era ininteligible, a pesar de su necesidad de comunicarse, y había perdido la capacidad de leer. El ictus no solo afectó su movilidad y lenguaje, sino también aspectos emocionales y expresivos: su tono de voz sonaba monótono, su expresión facial era invariable y tenía dificultades para captar el sentido del humor o seguir el ritmo de una conversación.
A lo largo de un año, Maricarmen ha experimentado una evolución significativa. Aunque aún convive con algunas secuelas, como la falta de fluidez en el habla y la necesidad de salir acompañada debido a la inseguridad que le generó el ictus, su progreso es inspirador. “Antes salía sola, ahora siempre salgo acompañada”, comenta, reflejando cómo ha aprendido a adaptarse a su nueva realidad.
Su actitud optimista y su firme compromiso con la rehabilitación la convierten en un ejemplo de superación. Maricarmen destaca la importancia de la paciencia y la constancia para afrontar el proceso de recuperación tras un ictus, ofreciendo un mensaje de esperanza para quienes atraviesan situaciones similares.
Su historia nos recuerda que, con el apoyo adecuado y una actitud positiva, es posible superar los desafíos más difíciles y mejorar la calidad de vida tras un ictus.